Se denomina síndrome de la silla vacía a los sentimientos que aparecen tras una pérdida significativa y que se intensifican en las celebraciones y fechas señaladas como Navidad, en las que se percibe la ausencia de nuestro ser querido. Suele estar relacionado con un proceso de duelo.
En estos eventos se produce un choque entre los sentimientos de tristeza que nos dicta el corazón y las contrapuestas que marca el entorno, obligándonos a vivir este momento de buen talante.
Normalmente, en las casas nos sentamos siempre en el mismo sitio, lo cual no tiene mucho sentido, pero acaba pasando, y entonces, fallece un familiar y todos seguimos sentándonos en el mismo lugar, y esa silla queda vacía. Hace referencia al momento en el que las emociones se intensifican, normalmente, porque se acerca alguna fecha señalada.
¿Cómo afrontarlo?
Es muy probable que se intenten evitar las reuniones familiares o con los amigos, aislándose para darle la espalda al dolor. Pero esto no funciona, más bien, todo lo contrario. No asistir a las fiestas navideñas, además de ser algo inútil, probablemente, causará más pesadumbre y sentimiento de soledad.
Aunque no hay una receta única para afrontarlo, sí podemos actuar para evitar mayor malestar e incluso hacernos alguna concesión:
• Preparar una reunión pre-celebración: Es importante hablar y ponerse de acuerdo en cómo celebrar el momento, dónde, con quién, quién cocina, quién acude, si hay intercambio de regalos, etc.
• Organizar el día: Hay que dejar anotadas algunas tareas sencillas para obligar a hacer algo y vencer la falta de ganas.
• Reinterpretar el espacio físico: Se puede cambiar el espacio físico de la celebración o bien cambiar el espacio que se ocupaba en la mesa.
• Hacer un recordatorio positivo de quien falta: Se puede hacer un brindis rememorando algo positivo, un momento de risa, etc. Es sencillo y ayuda a sentir alivio.
• Trabajar esta parte del duelo con los niños: Es bueno que observen que no nos evadimos de la situación, sino que la abordamos. Se pueden hacer dibujos, plastilina, etc.
• Pedir permiso para expresarse: No quitar importancia a los sentimientos con frases “no pienses eso… vamos a pasarlo bien”. Está permitido conmoverse, expresar el dolor sin avergonzarse por llorar.
¿Cuándo suele ser más frecuente?
• Cumpleaños.
• Aniversarios: de matrimonio, fallecimiento, etc.
• Vacaciones de verano.
• Fiestas de Navidad o Semana Santa.
• Onomásticas.
• Fines de semana, sobre todo al principio.
• Celebraciones propias del entorno, etc.
Se deben añadir igualmente los días previos al festejo, sobre todo si están asociados a la preparación de la fiesta, como el rito de ir a comprar los regalos, poner la mesa, ir de visita, etc.
En definitiva, es conveniente anticipar y preparar este tipo de fechas para sobrellevarlo de la mejor manera posible.
¿Cómo empezar a superarlo?
Perder a un ser querido es doloroso, pero nuestra vida sigue y debemos intentar disfrutar de los momentos que puedan aportarnos bienestar.
Debemos compartir nuestro dolor. Tenemos derecho a sentirnos tristes y así lo debemos comunicar. Si ocultamos las emociones negativas nunca podremos sanar y los demás no sabrán como ayudarnos.
Debemos intentar asociar estas fechas y estas situaciones a cosas nuevas: “Es importante no aislarse y acudir a las reuniones familiares. Puede ser que al principio no nos apetezca, pero seguro que sacamos algún momento positivo. Además, necesitamos asociar estas fechas a rituales y experiencias nuevas. Podemos plantear formas afectivas de recordar al ser querido que no está, recordarlo desde el amor, apoyándonos unos a otros, siendo conscientes de que no va a ser un año fácil, pero que a la persona que falta nada le gustaría más que vernos felices”.